Para entender mejor qué son los activos vegetales solo hay que recordar qué es la fotosíntesis. Esa reacción química que se produce en las células vegetales de las plantas, gracias a la presencia de la clorofila, y que es capaz de trasformar el dióxido de carbono (CO2), que toman del aire, y el agua, que absorben por sus raíces, y trasformarlo en alimento (glucosa y otros azúcares), liberando oxígeno en el proceso.
De estos azúcares proceden los principios activos, sustancias con gran capacidad curativa y reparadora.
El uso de plantas con fines medicinales o terapéuticos forma parte de la historia de la humanidad. Y en los últimos años ha experimentado un auge espectacular, tanto por sus beneficios terapéuticos como cosméticos. Cortezas, semillas, hojas, raíces, aceites… cualquier parte de la planta se ha utilizado, y se utilizan, para tratar distintas enfermedades.
Principales activos vegetales
¿Cuáles son los principales activos vegetales? ¿Cómo se utilizan en farmacología y cosmética?
- Polifenoles. Como la oleuropeína, el fenol más prominente del olivo; los ácidos fenólicos o los flavonoides. Tienen propiedades antioxidantes y presentan efectos vasodilatadores, antiinflamatorios y antimicrobianos por lo que destacan por sus beneficios sobre el sistema cardiovascular. Y también por su poder para detener el paso del tiempo. Están presenten en frutas y verduras y en otros alimentos como las semillas, el aceite de oliva, los frutos secos o legumbres.
- Aceites esenciales. Tienen olor y tacto oleoso. Para su obtención se trituran las plantas frescas y se someten a un proceso de destilación. Son sustancias muy volátiles y con un gran número de compuestos.
Destacan sus propiedades analgésica y calmante (lavanda), antiinflamatoria (cítricos), estimulante de la digestión (albahaca y menta), regeneradora y cicatrizante (incienso y geranio), activación la circulación (ciprés y romero) o bactericida (árbol de té).
- Aceites volátiles. Son grasas líquidas que se extraen a presión en frío de los frutos y semillas de algunas plantas. Destacan sus propiedades antiinflamatorias, estimulantes, laxantes y antisépticas. Pero también se valoran por su capacidad para reducir el colesterol y proteger la piel. Son ricas en este tipo de aceites la borraja, onagra, hipérico, angélica, maíz, olivo, manzanilla, melisa, romero, lúpulo, eneldo, tomillo y salvia.
- Ácidos orgánicos. Son los ácidos oxálicos, ácidos grasos poliinsaturados (linoleico y gamma-linolénico) y el ácido salicílico. Este último destaca por su potente poder analgésico y antiinflamatorio, y está presente en plantas tan diversas como el sauce blanco, el tomillo, la primavera, la mejorana, el pensamiento y la pulmonaria.
- Alcaloides. Fueron los primeros activos vegetales en aislarse: a principios de 1800 un químico alemán consiguió aislar la morfina, una sustancia presente en las semillas de Papaver somniferum (adormidera). Son sustancias muy activas incluso en pequeñas dosis, gracias a su composición nitrogenada. Algunos de ellos tienen una elevada toxicidad, por lo que es preciso conocer sus contraindicaciones. Son alcaloides la vinblastina (antitumoral) o la quinina empleada para combatir el paludismo. De otros alcaloides se extraen, por ejemplo, las bases xánticas (cafeína y teofilina) para la preparación de productos anticelulíticos.
- Almidón. Tiene alto poder energético y actúa como antiinflamatorio. Se extrae de semillas de cereales como el trigo, maíz o arroz.
- Antraquinonas. Actúan principalmente contra el estreñimiento y están presentes en algunas plantas medicinales como el sen, la frángula o la cáscara sagrada. Su uso debe estar controlado por el médico y no debe prolongarse en el tiempo.
- Azúcares. Se encuentran sobre todo en los frutos y tienen un alto poder tonificante. Los más comunes son la glucosa, la fructosa y la sacarosa.
- Flavonoides. Mejoran la transferencia de micronutrientes por la membrana celular y aumentan la oxigenación de a las células. Los extractos de plantas ricos en flavonoides, se utilizan en una amplia gama de cosméticos, particularmente en productos anti-envejecimiento, productos para el cuidado de pieles sensibles, irritadas, cuperosis y en muchos productos anticelulíticos. Son muchas las plantas que contienen flavonoides: caléndula, castaño de indias, centella asiática, escaramujo, espino blanco, ginkgo biloba, hamamelis, limón, manzanilla, pensamiento, pomelo, salvia y tila entre otros.
- Minerales. La borraja y la pulmonaria son ricas en calcio, como la ortiga, que además contiene hierro y potasio. También está presente el potasio en el diente de león, el ajenjo y la alcachofera. Y el sílice en cola de caballo, por poner algunos ejemplos.
- Mucílagos. Adquieren una consistencia gelatinosa por su capacidad para absorber el agua. Se recomiendan para lubricar y proteger las mucosas del aparato digestivo, evitando la irritación, la inflamación y la acidez. Son de gran utilidad en el tratamiento de la gastroenteritis, inflamaciones de la vejiga, laringitis, bronquitis, etc. Son plantas ricas en mucílagos el llantén, el malvavisco, gordolobo, malva, el tilo y el olmo rojo o la chía.
- Proteínas. Tienen propiedades texturizantes y tensoras. Se utilizan en productos cosméticos hidratantes y reafirmantes para la piel. La de trigo y la avena son las más utilizadas.
- Saponinas. Son glucósidos vegetales con propiedades tensoactivas, detergentes y en algunos casos rubefaciente (corteza de quina) o vaso- protectora (castaño de Indias). Es muy común el uso de el ácido glicirretínico por sus sales de potasio con efecto antiinflamatorio y calmante para las pieles, y por sus sales de zinc para las pieles con tendencia acneíca.
- Taninos. Tienen acción astringente, cicatrizante y antiséptica. Se usan en lociones tónicas específicas de piel grasa y en cuperosis. Se encuentran en el escaramujo, las hojas de hamamelis, las sumidades florales de la milenrama, las hojas de nogal y la corteza de la quina, entre otros.
- Vitaminas. Los vegetales son la principal fuente de vitaminas para nuestro organismo. Cada una de ellas es responsable de una función esencial para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. La zanahoria, frambuesa, manzano, alfalfa y acedera son ricos en vitamina A. El rosal silvestre, la ortiga, las bayas de espino, la naranja y el limón son ricos en vitamina C. El maíz, el berro y el sésamo destacan por su alto contenido en vitamina E.
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