El Hidroxitirosol, el antioxidante más potente de la oliva y prácticamente del reino vegetal, se revela como un producto indispensable en la formulación de los protectores solares ya que por sus propiedades exclusivas es el ingrediente cosmético con mayor capacidad para combatir el daño del sol en la piel.
Como explicamos en un anterior artículo, las propiedades del Hidroxitirosol (HT) convierten a este polifenol – únicamente presente en la planta del olivo – en uno de los antioxidantes más eficaces para la industria cosmética.
Su elevado poder para combatir la oxidación de las células causada por los radicales libres que se forman en el organismo es de suma importancia, ya que la degradación celular es la desencadenante de enfermedades como el cáncer y el alzheimer, problemas cardiovasculares y el envejecimiento de la piel.
Los radicales libres, por su parte, se originan por causas internas en el organismo pero también por factores externos como el tabaco, el alcohol, la contaminación ambiental y la radiación solar, siendo ésta última una de las más agresivas por su impacto diario e inevitable sobre el ser humano.
Los protectores solares deben tener como objetivo resguardar la piel del daño que producen los rayos – no el aumentar la duración de la exposición solar. Sin embargo, los filtros utilizados tradicionalmente no son capaces de impedir la formación de los radicales libres, lo que obliga a la industria a buscar nuevos mecanismos de protección.
Estas nuevas soluciones pasan por el desarrollo de fórmulas que actúen en las capas más profundas de la piel así como la incorporación de antioxidantes que puedan afrontar las características específicas que se dan en el proceso de oxidación causada por la radiación solar.
El Hidroxitirosol no sólo ha demostrado su capacidad para combatir este proceso sino también el hecho de que, a día de hoy, es de las pocas sustancias con poder para desafiar el Sol.
Esta propiedad tan particular del HT lo convierte en un producto indicado y conveniente en la industria de los protectores solares y podría suponer un cambio de concepto en este tipo de productos.
De cara a demostrar la importancia de incluir los extractos de fruto de olivo en los cosméticos solares, es necesario explicar cómo afecta la radiación a la piel y cómo debe protegerse adecuadamente.
¿Por qué los rayos del sol dañan la piel?
El Sol emite energía en forma de radiación electromagnética, lo que popularmente se conoce como rayos. Esta energía impacta en los cuerpos que se cruzan en su recorrido e interactúa en el interior de todos aquellos que logra atravesar. En el caso de los seres vivos puede llegar hasta el ADN y provocar alteraciones en el mismo.
La energía electromagnética afecta en función de la longitud de onda. Grosso modo, podríamos decir que, a menor longitud, mayor será la intensidad de la energía sobre el cuerpo.
En el caso de la Tierra, los rayos con longitud de onda más corta – y por tanto los más peligrosos – se quedan fuera de la atmósfera y sólo consiguen cruzarla aquellas longitudes de onda media o largo: los ultravioleta (UV) del tipo B (de 280 a 320nm de longitud) y los del tipo A (320 – 400 nm); los visibles (400 – 700 nm); y los infrarrojos (IR), que van de los 700 nm al 1mm y también se clasifican en A, B y C, siendo los C los menos energéticos. Ahora bien, que tengan longitudes más largas no significa que sean inocuos, ya que siguen conteniendo energía.
La mitad de la radiación solar procede de rayos infrarrojos del tipo A (IR-A), un 40% son rayos visibles, y sólo el 10% procede de los ultravioleta, prácticamente del tipo UV-A (99%). Aunque, una vez más, esto último no significa que los UV-B no repercutan en la piel – al contrario – ya que los del tipo A se suman a éstos y potencian su efecto.
Problema 1. Los protectores tradicionales retienen los rayos ultravioletas PERO no tienen efecto sobre los infrarrojos, los cuales tienen un mayor impacto sobre la piel. Hay fórmulas incluso que sólo ejercen contra los UV-B.
Los efectos de cada radiación varían también según su naturaleza. La luz visible actúa básicamente en la fotosíntesis de las plantas. Los infrarrojos B y C tampoco penetran en la piel humana y su efecto es a nivel térmico.
Los daños en la piel de los UV-A y UV-B
A grandes rasgos, el efecto visible y a corto plazo de los UV-A sería el bronceado y el de los UV-B, la quemadura. Pero es a nivel interno y a largo plazo donde se producen los daños. En concreto, en la primera capa de la piel: la epidermis, que es el punto máximo al que llegan.
Los rayos UV-B se asocian con un aumento en la actividad y el número de los melanocitos. Esto puede ocasionar una concentración benigna de los mismos, hecho que se manifiesta en la formación de pecas, lunares y lentigos.
Por otra parte, los rayos UV conducen a varios procesos que pueden provocar: la muerte celular; la mutación de las células (lo cual puede ocasionar cáncer); acciones anti-oncogénicas por parte de algunas proteínas; y un aumento de radicales libres. Esto último conlleva, a su vez, la oxidación de las células, lo cual desencadena un proceso que repercute negativamente en el colágeno y termina provocando un envejecimiento prematuro, que se traduce en arrugas, manchas, flacidez y piel fina, entre otros síntomas.
Problema 2. Los protectores solares deberían incluir sustancias antioxidantes para frenar la creación de radicales libres. Los productos tradicionales en cambio SE LIMITAN a absorber y/o reflectar los rayos UV a partir de filtros químicos o físicos.
El efecto de los filtros químicos y físicos es superficial y a corto plazo: evitar o minimizar las quemaduras solares y promover y mantener el bronceado al mismo tiempo. Sin embargo, la exposición continúa permite que una parte de la radiación UV termine atravesando la barrera de los filtros y con ello inducir la creación de radicales libres.
Los daños en la piel de los IR-A
La principal característica de la radiación infrarroja del tipo A – y la principal diferencia respecto a los ultravioleta – es que llega hasta la capa más profunda de la piel: la hipodermis; y ataca a las mitocondrias celulares, las responsables del abastecimiento energético de la célula.
El proceso que ocurre aquí dentro es a su vez muy específico y conviene conocerlo a la hora de formular un protector eficaz contra este tipo de radiación.
Según estudios científicos in vitro e in vivo, la llegada de los rayos IR-A la mitocondria provoca un aumento de radicales libres del tipo ROS (Especies Reactivas de Oxígeno). La acumulación de éstos provoca a su vez un incremento de la expresión MMP-1, una metaloproteinasa implicada en la degradación del colágeno dérmico. Esto lleva, en consecuencia, a la descomposición del propio colágeno, una proteína que mantiene el buen estado de la piel, los huesos, músculos, ligamentos, tendones y otras partes del cuerpo humano.
A este efecto hay que sumar también el hecho de que el impacto de los IR-A sobre la piel dificulta de por sí en la creación de colágeno nuevo, lo cual empeora el cuadro.
Cabe mencionar que existen indicios que relacionan el cáncer de piel con los genes implicados en la respuesta al estrés y la muerte celular provocada por la radiación IR-A, sin bien esta hipótesis todavía necesita ser probada.
Problema 3. Las fórmulas solares deben ser capaces de proteger la hipodermis, actuar en la mitocondria y frenar la expresión MMP-1. Un filtro químico y/o físico NO TIENE capacidad para realizar dicha función.
Los filtros químicos empleados para proteger la epidermis de las radiaciones UV – a base de sustancias químicas de síntesis –no pueden absorber la longitud de onda de los rayos infrarrojos. Los filtros físicos – polvos inorgánicos inertes que reflejan los rayos – tampoco llegan hasta la hipodermis. Y, en todo caso, ninguno de ellos combate el daño que provocan los IR en las mitocondrias.
Los antioxidantes, clave en la protección contra los IR
La protección contra la radiación IR-A es de vital importancia, no sólo porque la mitad de los rayos procede de ella sino también por su capacidad para penetrar profundamente en la piel humana.
Y aquí las sustancias antioxidantes juegan un papel fundamental ya que, tal y como contamos en esta entrada, la mejor manera de frenar la oxidación de una molécula es a través de otra capaz de evitar dicho proceso. Es decir, aquella molécula que actúe como agente antioxidante.
Solución 1. Los protectores solares deben incluir antioxidantes para frenar la formación de los radicales libres procedentes de las radiaciones UV e IR.
Los filtros biológicos, es decir, aquellos que contienen antioxidantes, actúan desde el interior del organismo – a diferencia de los químicos y físicos – si bien en conjunto representan una protección total. Los filtros biológicos pueden completarse además con productos antioxidantes de toma oral.
La importancia del Hidroxitirosol en los protectores
Los antioxidantes naturales se encuentran sobre todo en las plantas; y los hay de varios tipos según su estructura. Esto provoca a su vez que algunos sean más potentes que otros y, por tanto, reaccionen mejor ante ciertas situaciones.
Esto mismo podemos verlo en la relación entre los antioxidantes y los protectores solares. Tal y como muestran las investigaciones realizadas hasta el momento, no todos los antioxidantes pueden actuar contra los ROS intramitocondriales ni son capaces de inhibir el aumento de la expresión MMP-1.
Es el caso, por ejemplo, de la vitamina E. Estudios in vivo han demostrado su escasa efectividad a la hora de reducir el aumento de esta metaloproteinasa tras la exposición a los rayos IR-A.
¿Cómo actúa en cambio el Hidroxitirosol? El polifenol más potente del olivo en términos antioxidantes lo es también respecto al resto de activos del reino vegetal a la hora de captar células con electrones sueltos (radicales libres, peróxidos, etc.).
Leer más sobre las funciones del Hidroxitirosol.
El HT es capaz de por si de revertir el envejecimiento prematuro y la deshidratación de la piel. Pero según la amplia bibliografía científica que existe al respecto, se puede afirmar también su capacidad para combatir el fotoenvejecimiento (el causado por la radiación solar).
Por una parte, numerosos estudios prueban la eficacia de los extractos del fruto del olivo sobre los radicales libres causados por los rayos UV-A. Por otra, existen referencias de su poder para reducir significativamente la rotura de las cadenas de ADN provocadas por la radiación UV-B.
Y la evidencia más importante: los extractos de HT son capaces de frenar la producción de MMP-1 que desencadenan los rayos ultravioleta. Es más, en los estudios en los que se ha comparado su reacción con la de otras sustancias, el Hidroxitirosol ha sido el único que ha podido reducir el aumento de dicha expresión.
Además, los efectos de los extractos de HT llegan hasta las mitocondrias celulares. Numerosos estudios internacionales prueban su relación en la mejora del funcionamiento de éstas y en la reducción del daño que se produce en las mismas.
Solución 2. Los extractos de Hidroxitirosol reducen el aumento de MMP-1 que provoca la radiación solar y actúan en la mitocondria, ambos clave a la hora de proteger a la piel del sol.
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REFERENCIAS CIENTÍFICAS:
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